Love in war

La guerra ha empezado. Miles de personas muertas. Las bombas se escuchan a cada segundo, un estruendo tremendo cubre las calles de Seúl desde hace días. Cuerpos sin vidas permanecen tirados en la carretera, los tanques pasan por encima de ellos sin importarles. La ciudad está cubierta de rojo, sangre es lo único que se ve desde que la guerra ha empezado. Los norcoreanos pasan con aire de grandeza con su rifle en mano deseando matar a cualquiera que se ponga por delante. Corea del norte y Corea del Sur siempre han estado enfrentados, parece increíble que en pleno 2013 se produzca la mayor guerra entre ambas. Llevamos un mes de batallas y las cifras de personas muertas o desaparecidas aumentan cada día. Soy una de las muchas personas americanas que luchan aliados a Corea del Sur. Mi padre era un comandante del ejército surcoreano que murió a causa de la guerra, envió a mi madre y a mi a América, donde entrené durante años para vengarme de los norcoreanos, mi único objetivo: acabar con el general Jung Daehyun, el verdadero causante de la muerte de mi padre.

11 de noviembre. La ciudad está completamente muerta. Llegan seis desconocidos andando tranquilamente cerca de la guarida donde yo y mis hombres estamos escondidos. Caminan lentamente como si no supieran que hay guerra, a simple vista parece que no están armados, están hablando en... chino? Sí es chino. Que hacen chinos aquí? Se supone que China se ha mantenido al margen. No me lo pienso dos veces y doy señales a mis hombres para que los rapten. Apenas ofrecen resistencia, el más alto se resiste pero es reducido. inmediatamente los seis chicos son atados con cuerdas a unas sillas.

        - Vaya, vaya, vaya mira que tenemos aquí, seis corderos perdidos. ¿Quienes sois? ¿Que hacéis aquí? No debéis ser del ejército puesto que no vais armados y en plena guerra es raro ver a alguien que no va armado.

Los seis chicos me miran confundida, tal vez no sepan hablar coreano. Todos tienen la mirada fija en mí, menos uno. Lo observo detenidamente, es un chico bastante mono con cara de niño. Está herido, su pierna sangra bastante.

       - Joon, ese de ahí está herido, llévatelo y curale las heridas - le susurré al oído a mi mano derecha.

Nada más decir eso, Joon se lo llevó. Acto seguido los demás chicos se pusieron como locos a gritar cosas en chino y a intentar soltarse.

       - ¿A donde demonios lo llevas? No le hagas daño por favor

       - Mira por donde, parece que alguien habla coreano. No te preocupes, soy cruel pero no mucho, lo llevan a curarle las heridas - dije intentando volverme amable

Se lo comunicó a los otros en chino y se relajaron. Uno de ellos me sonrió.

       - ¿Como te llamas? - le dije al que me había hablado

       - Mi nombre es Jondae, pero puedes llamarme Chen. ¿Y tú? ¿Quién eres? ¿Dónde estamos?

       - Mi nombre es Charlotte, soy la comandante de este pequeño escuadrón del ejército surcoreano. Estáis en un almacén a las afueras de la ciudad. Y por vuestro bien, más os vale estar a favor del ejército Surcoreano - dije seria

      - Nosotros solo estamos de paso, vivíamos en la isla de Yerim que es de propiedad China pero que fue atacada por el ejército norcoreano y desde entonces estamos intentando llegar al puerto para coger un avión que nos lleve a China.

      - ¿Y prentendeis cruzar media Corea sin ninguna arma? Es imposible.

      - Hemos intentado cruzar por partes poco transitadas e intentado meternos en problemas, pero llegando a Seúl nos atacaron y nuestro amigo Luhan quedó herido.

Estuvimos un rato hablando, eran cuatro chinos y dos coreanos, parecían bastante majos pero no los solté. Era muy desconfiada, no cogía confianza fácilmente con la gente.

Joon entró en la habitación y me dijo que el otro chico, el tal Luhan, estaba estable, la herida no era muy profunda y se estaba mejorando.

      - ¿Dónde lo has dejado?

      - Está en el cuarto del final de pasillo

Un cuarto totalmente vacío con solo una mesa y una silla. Desatamos a los chicos y los llevamos a ese cuarto, dejándolos encerrados.

Se escuchó un estruendo tremendo, Joon entró en la habitación donde yo estaba.

     - Charlotte, tenemos un problema...